domingo, 12 de abril de 2009

La Mencía. Una joya por descubrir cada día con más presente

En la esquina noroccidental de España, entre Galicia y Castilla León, se ubica el reino de la Mencía. La uva Mencía es la variedad principal de El Bierzo y está presente en otras denominaciones de origen gallegas (Valdeorras y Ribera Sacra). También tiene presencia en Portugal.

Esta cepa, hasta hace poco bastante menospreciada, ha conseguido en los últimos años seducir a los mejores enólogos y hacedores del vino en España, que poco a poco han ido a buscarla a sus territorios, llegando incluso a señalar como una de las joyas varietales españolas.

El conocer que encierra un enorme potencial y el reto de sacar todas las posibilidades que esconde para hacer grandes vinos con personalidad. Vinos llenos de matices, con buena capacidad de envejecimiento, y con una gran expresividad del terroir lleno de historia que les acoge.

Un cultivo como de ave fénix

No es algo nuevo. El origen de la Mencía se pierde en la historia, pero hay muchas señales que indican que pudo ser una de las primeras cepas de uva introducidas en la península ibérica. Ya desde tiempos remotos, las zonas donde hoy reina la Mencía se destacaban por el ir y venir de legiones romanas que plantaron las primeras vides y construyeron lagares, siendo desde entonces zonas de gran tradición vitivinícola. Por la Vía Romana se supone se trasladaba el vino producido en algunas de esas tierras a la Roma Imperial, para disfrute de los emperadores. Referencias a las viñas de la Comarca del Bierzo y Valdeorras aparecían ya hace dos mil años en citas del romano Plinio. Al declinar el imperio, también lo hicieron las viñas.
El renacer y la mayor expansión llegó con el desarrollo de los monasterios medievales, para los que el vino era no sólo elemento de culto, sino también producto esencial de la alimentación. Los monjes introdujeron nuevas técnicas de cultivo y elaboración. Al resplandor de los monasterios, se unió el refulgir del camino de Santiago, al amparo del cual, se fueron extendiendo las viñas y el vino comenzó a cobrar una especial importancia. Ya los primeros peregrinos a Santiago contaban de las excelencias de los caldos producidos en la ruta. En el camino, el vino fue un bien preciado, moneda de cambio, de pago de impuestos y también de pago de milagros ante los santos de la comarca.

A fines del siglo XIX, no obstante, la filoxera cambió el panorama, acabando con muchas de las vides y provocando una fuerte crisis económica que provocó incluso la emigración de muchos. Pero además de personas, ocasionó la pérdida de muchas variedades autóctonas españolas, cuya recuperación no ha venido a darse, sino hasta recientemente.
La producción de vid se restableció durante la primera mitad del siglo XX. Pero las consecuencias de la guerra civil española entre 1936 y el 39 sumieron a muchos viticultores en una profunda pobreza, que les llevaron a emigrar, sumiendo nuevamente en el abandono a muchas de las viñas.

¿Cómo es la Mencía?

La Mencía genera vinos de intenso color frambuesa, aromas intensos a frutas, pero también delicados a flores, buenas dosis alcohólicas, buena acidez y posibilidades de crianza. Hasta hace poco los tintos a base de Mencía eran más bien vinos ligeros, prontos para beber, y de baja graduación alcohólica, poco a poco han ido transformándose, especialmente en el Bierzo, en vinos que buscan sacar a flote toda su potencia, la expresividad del terruño, y la buena capacidad de envejecimiento que está demostrando tener la Mencía, añadiendo crianzas en madera más prolongandas. Esto está propiciando un renacer de esta cepa, que estudios recientes asemejan mucho con la Cabernet Franc, de ahí que algunos vinculen su origen con Burdeos y los peregrinos provenientes de Francia que desde siglos hacen el Camino de Santiago.

Uva muy sensible, el cultivo de la Mencía se destaca predominantemente en zonas de montaña, y por este hecho su maduración tiene mucho que ver con la orientación al sol y altitud a la que se ubican las viñas. El Bierzo, es la denominación española de características más francesas. Su geografía se caracteriza por grandes contrastes geográficos, profundas cuencas fluviales, alienaciones montañosas y diferencias marcadas entre sus zonas altas y bajas, lo que se refleja en sus vinos.

Suelos minerales de pizarra, pero también arcilloso-limosos se destacan en los territorios de la Mencía. El sustrato marca la mineralidad del vino, y resalta también las diferentes expresiones y concentraciones de la fruta.

El renacer de la Mencía

El más reciente renacer de la Mencía tiene mucho que ver con la llegada de una nueva generación de enólogos, que están sacando partido a los climas atlántico y mediterráneo que propicia la orografía, a la diversidad de un suelo primordialmente mineral, pero sobre todo a unas cepas viejas, que aún tienen mucho que regalar.

A todos, que terminaron de dar impulso a una inquietud por vinos diferentes que ya había comenzado a manifestarse entre algunos bodegueros del Bierzo, los guía la búsqueda de vinos de un corte más internacional, con una Mencía que de frágil, tibia y de altos rendimientos ha pasado a transformarse en una que produce vinos intensamente concentrados y potentes, con toda la evidencia de la fruta fresca y, sobre todo, una gran elegancia en su alta expresión.

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